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Condenan al copiloto de una patera en apuros con 14 migrantes rescatados en Níjar (Almería)

Condenan al copiloto de una patera en apuros con 14 migrantes rescatados en Níjar (Almería)

ALMERÍA, 27 de diciembre. En un fallo que ha generado un intenso debate sobre la inmigración y la criminalización de quienes intentan ayudar, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha confirmado la condena de cinco años de prisión impuesta al copiloto de una patera que llevaba a bordo a 14 migrantes originarios de Marruecos. Estos migrantes fueron rescatados en condiciones críticas, a la deriva y con la popa semihundida, en el momento en que fueron localizados por las autoridades de Salvamento Marítimo.

El TSJA decidió rechazar el recurso de apelación presentado por la defensa del implicado, al corroborar que su condena se fundamenta en un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros. Este veredicto se sustenta en las declaraciones brindadas ante los juzgados de Almería, donde también surgieron indicios relacionados con un posible delito de falsedad documental, en particular en lo que respecta a su acta de nacimiento.

El tribunal dejó claro que, aunque el acusado participó activamente en el viaje, no se le consideraba un "cómplice" en el sentido estricto de la ley, ya que su rol se limitaba a repostar el combustible y manejar el GPS. El TSJA argumentó que la jurisprudencia vigente no admite la coautoría material ni la complicidad en este contexto específico, lo que complica la naturaleza del delito del que se le acusó.

Según la corte, tanto el acusado como su cómplice, que ya ha sido juzgado, tomaron medidas para llevar a cabo la peligrosa travesía marítima en la que transportaban a las 14 personas migrantes, quienes pagaron entre 6,500 y 7,000 euros por un asiento en la embarcación. Este acto se enmarca, a juicio del tribunal, en una clara conducta de apoyo a la inmigración irregular.

El acusado había sido el organizador del viaje en complicidad con una persona ya condenada, así como con otros individuos no identificados. Los preparativos para el trayecto clandestino desde las costas de Argelia comenzaron días antes del 25 de mayo de 2023, cuando decidieron ocultar a los migrantes en una vivienda en Orán antes de zambullirse en el mar a las 1:00 de la madrugada desde una playa cercana a Mostaganen.

Los migrantes, que abandonaron las costas de Argelia en una embarcación de solo dos metros de ancho propulsada por un motor de 115 caballos, eran guiados por el cómplice del acusado, mientras que este último ejercía funciones de apoyo, manejando el GPS y repostando la gasolina.

Antes de salir, el acusado ordenó a los migrantes deshacerse de cualquier documento que pudieran tener, ocultando su propio rostro con un pasamontañas para evitar ser reconocido.

Tras varias horas en el mar, la embarcación comenzó a experimentar problemas mecánicos cuando el motor falló. Esto provocó una disminución en la velocidad y la entrada de agua en el interior de la patera. Al fallar la bomba, los migrantes se vieron obligados a achicar agua manualmente, además de arrojar algunos bidones de gasolina por la borda para aligerar el peso, lo que resultó en la necesidad de detenerse hasta en tres ocasiones.

A pesar de sus intentos por salvar la situación, el motor finalmente se detuvo y la patera quedó a la deriva durante horas. La suerte de los migrantes cambió cuando una embarcación recreativa que navegaba por la zona alertó al Servicio Marítimo, lo que permitió el rescate de los migrantes por la Salvamar Spica alrededor de las 12:25 horas de ese mismo día, a aproximadamente 3.71 kilómetros de la costa de San José, en Níjar, Almería.

Al momento del rescate, todos los migrantes se encontraban hacinados en la proa de la embarcación, mientras que la popa estaba en condiciones críticas, lo que hizo que su salvamento fuera un acto “in extremis”.

La sentencia del TSJA también subraya las precariedades y peligros que caracterizan estas travesías peligrosas, enfatizando que el casco y la hélice de la embarcación estaban en un estado de deterioro alarmante, comprometiendo su flotabilidad y su capacidad para realizar un trayecto que superara las 85 millas náuticas. A esto se suma la falta de equipo de salvamento, como chalecos salvavidas, balsas o aros, además de la ausencia de balizas de señalización y bombas de achique en condiciones útiles, así como la escasez de agua y alimentos, compartiendo el estrecho espacio con garrafas de combustible que incrementaban el riesgo de explosión por deflagración.