Un testigo clave en el juicio contra Yassine Kanjaa, acusado de haber asesinado al sacristán Diego Valencia en Algeciras en enero de 2023, ha descrito cómo el presunto atacante mostraba una inquietante calma antes de llevar a cabo el ataque. En sus declaraciones ante la Audiencia Nacional, el sacerdote que presenció el acto violento aseguró que Kanjaa parecía un “espectro” y que tenía una “fijación” perturbadora por su víctima, comparable a la de un cazador que se prepara para emboscar a su presa.
El sacerdote relató que el ataque fue rapidísimo, sorprendiendo a Valencia en un momento de vulnerabilidad. A lo largo de la semana, la parroquia de Nuestra Señora de la Palma había experimentado visitas ocasionales de personas con comportamientos inusuales, pero nada que se comparara con la escena dantesca que ocurrió ese día. “Diego salió desencajado”, recordó el clérigo, quien quedó impactado por la palidez extrema que invadió el rostro del sacristán luego de ser atacado.
El testigo también hizo hincapié en la inquietante serenidad que Kanjaa demostró justo antes de agredir a Valencia. “Parecía estar totalmente en paz, no mostraba signos de excitación”, compartió, añadiendo que la agitación llegó solo cuando el sacristán fue atacado a traición. El sacerdote, que conservaba vívidas memorias del machete azul que utilizó Kanjaa, confesó que tampoco pudo borrar la experiencia traumática de su mente, sufriendo desde entonces episodios de shock postraumático.
El juicio, que comenzó con las declaraciones de varios testigos que presenciaron el violento suceso del 25 de enero de 2023, ha llevado a la Fiscalía a solicitar una pena de 25 años de prisión por el asesinato de Valencia, así como otras penas por intentos de homicidio y lesiones a otras personas. Además, se ha detallado que Kanjaa realizó actos de violencia en un par de iglesias católicas, agrediendo a un sacerdote en la primera y luego a Valencia en la segunda, buscando sembrar el terror entre los feligreses.
Los fiscales subrayaron que Kanjaa se había radicalizado progresivamente, adoptando posturas extremistas del islam que rechazan la convivencia pacífica con otras religiones. Su ataque, elegido cuidadosamente en centros de culto católico, indicaba una intención deliberada de infundir miedo en la comunidad cristiana, tal como alegan las autoridades en sus escritos de acusación.
A medida que se avanza en el proceso judicial, también se ha conocido que Kanjaa presentaba un cuadro de salud mental complicado, incluyendo síntomas de un posible trastorno psicótico. Aunque la defensa argumenta que su enfermedad podría haber afectado sus capacidades cognitivas al momento del ataque, el fiscal ha señalado que esto no exime a Kanjaa de ser considerado completamente imputable. La determinación final sobre su estado mental recaerá en el juicio oral, donde se evaluarán los elementos de su condición psicológica y su impacto en sus acciones.
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