SEVILLA, 1 de octubre. El histórico emblemático de las Reales Atarazanas de Sevilla será testigo este miércoles de una reunión del Consejo de Gobierno andaluz, marcando así la culminación de un ambicioso proceso de restauración. Esta recuperación del antiguo astillero medieval, considerado uno de los más grandes de España y un símbolo de la conexión de la ciudad con América, ha sido posible gracias a una inversión de 18 millones de euros y el esfuerzo del Grupo Avintia. Las obras, iniciadas en febrero de 2022, se han desarrollado durante 31 meses.

Hace solo una semana, la portavoz del gobierno andaluz, Carolina España, destacó la trascendencia de este proyecto diciendo que, "después de años de abandono, esta joya patrimonial, que ha estado en un letargo durante tres mandatos de la Junta y cinco consejeros de Cultura, ha resurgido gracias al actual gobierno del PP-A". Estas declaraciones se realizaron tras una sesión del Consejo de Gobierno en su sede habitual, el Palacio de San Telmo.

Con más de 7.000 metros cuadrados de área, el complejo se caracteriza por sus amplias naves interconectadas mediante impresionantes arcos de ladrillo. Las partes más deterioradas han sido cuidadosamente reemplazadas, integrándose de manera que se preserve la estética original del edificio. Según el Grupo Avintia, el resultado final logrará una fusión de la rica historia del lugar con espacios modernos, como una sala de exposiciones de diseño contemporáneo.

En las áreas de mayor relevancia histórica, la restauración ha optado por suelos de placas alveolares sobre albero, una elección que permite una reversibilidad del proceso y asegura la continuidad de la memoria del sitio como antiguo lugar de construcción de galeras. Este enfoque refleja un delicado balance entre la modernidad y la conservación del legado cultural.

La intervención también ha permitido la conjunción de técnicas constructivas actuales como pilotes y escaleras mecánicas, con la restauración de elementos originales, tales como carpinterías y cerchas de madera con considerable antigüedad, aportando un valor añadido al conjunto arquitectónico.

En julio del año pasado, Arturo Bernal, quien en ese momento ocupaba el cargo de consejero de Turismo, Cultura y Deporte, anunció que el proyecto original de las Atarazanas, que fue acordado bajo la administración anterior, estaba llegando a su culminación. Bernal subrayó que la Junta se había esforzado por completar el 100% del diseño original, insistiendo en la importancia del mismo para la historia de la región.

Las obras dieron inicio en febrero de 2022 tras la firma, en diciembre de 2017, de un convenio entre la Junta, la Fundación La Caixa y Adepa, buscando resolver los problemas que impedían avanzar en el proyecto de recuperación y adecuación del espacio cultural.

Aunque el diseño inicial, elaborado por el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, había recibido el visto bueno de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico, una suspensión provisional de la licencia de obras por parte de un juzgado siguió a la impugnación presentada por Adepa. Esta decisión destacó la oposición del colectivo conservacionista a los planes originales, argumentando que no incluían la restauración de la cota ancestral del monumento, y planteaban modificaciones en la estructura existente.

Adepa expresó su descontento con la reducción de la excavación, que pasó de los 4,5 metros previstos a 2,4 metros, argumentando que se despreciaba la profundidad necesaria para una correcta restauración. La Junta justificó esta decisión al esclarecer que la presencia de agua a 2,4 metros hacía inviable continuar con la excavación más profunda.

En octubre de 2021, poco antes del inicio de las obras, la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico aprobó modificaciones al proyecto original, basándose en las recomendaciones solicitadas en el acuerdo de 2017. Desde la Junta se ha enfatizado que el desarrollo de las Atarazanas estará en sintonía con la narrativa histórica de Sevilla como un epicentro económico y artístico a nivel mundial.

Una de las propuestas para el uso de este emblemático espacio era la instalación de un CaixaForum, aunque finalmente se decidió que la Fundación La Caixa optara por un nuevo local en la Cartuja, adyacente al centro comercial Torre Sevilla, subrayando el constante diálogo entre el patrimonio, la cultura y la modernidad que caracteriza a esta ciudad andaluza.