MÁLAGA, 6 de noviembre. La Audiencia Provincial de Málaga ha dictado una sentencia escalofriante al condenar a un hombre a 19 años y medio de prisión por el brutal asesinato de su expareja, un crimen que incluye la decapitación del cuerpo y el desmembramiento de las manos, antes de arrojar su cadáver al mar en una playa de Marbella, donde fue finalmente hallado.
Esta condena se basa en el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular, que encontró al acusado culpable de un delito de asesinato, calificado por las circunstancias agravantes de parentesco y de género, así como la atenuante por confesión. También se le condena por quebrantamiento de condena, dado que estaba bajo la prohibición de acercarse a la víctima.
Además de la pena privativa de libertad, la magistrada-presidenta del Tribunal del Jurado ha dictado que el condenado deba indemnizar a los dos hijos de la víctima con 100.000 euros cada uno. También deberá compensar a dos de los hermanos de la fallecida, con cantidades de 15.662,25 euros y 20.883 euros, respectivamente.
Los trágicos acontecimientos tuvieron lugar en enero de 2023. Según los informes, el acusado había solicitado la ayuda de un compañero de trabajo para que lo llevara cerca del centro religioso al que su expareja asistía cada domingo. Él y Natalia habían mantenido una relación sentimental de aproximadamente siete meses, según se detalla en la sentencia.
Una vez en el lugar, el acusado entabló una conversación amistosa con Natalia, quien accedió a acompañarlo a la playa. Allí, en un entorno aparentemente tranquilo, mantuvieron relaciones sexuales consensuadas. Sin embargo, el giro de los acontecimientos fue devastador: “Con la intención de acabar con la vida de Natalia, la agarró por el cuello de forma sorpresiva mientras ella estaba de espaldas”, reza la sentencia.
La Audiencia explica que el acusado asfixió a Natalia, quien no tuvo oportunidad alguna para defenderse. Posteriormente, llevó a cabo el horrendo acto de decapitarla utilizando un cúter, con el que también le cortó las manos y arrojó esas partes del cuerpo al mar. El resto del cuerpo fue desmembrado de manera igualmente grotesca, al realizar una incisión en el abdomen para asegurarse de que el cuerpo se hundiera.
El propio acusado admitió durante el juicio su participación en este crimen atroz, lo que llevó a la condena por asesinato. Igualmente, fue hallado culpable de quebrantamiento de condena, puesto que el día de los hechos tenía conocimiento de la sentencia que le prohibía todo contacto con la mujer, una orden dictada por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Marbella en diciembre de 2022, que decidió ignorar deliberadamente.
La Audiencia, así como los miembros del jurado, subrayan que el acusado actuó con un desprecio evidente hacia la vida de su expareja, ocultando de manera intencionada su estado civil y manteniendo un historial de agresiones previas hacia ella, que desembocaron en varias denuncias y procedimientos penales que él rechazó. Además, se documenta que controlaba a la víctima a través de numerosas llamadas telefónicas, llegando a realizar más de 20 en días previos al crimen, mostrando una clara actitud de dominación sobre ella.
El texto del fallo resalta la forma en que el acusado se creyó con derecho a controlar no sólo el cuerpo de Natalia durante las relaciones consensuadas, sino incluso su vida, llevándola a una muerte violenta que evidencia su sentido de dominio y desprecio hacia el género femenino. Este desprecio se manifiesta aún más en los actos cometidos tras la muerte de la víctima, incluyendo el despojo de su ropa y los brutales cortes realizados en su cuerpo.
Durante su detención, el acusado admitió espontáneamente su implicación en la desaparición de la mujer y participó en una reconstrucción de los hechos, ayudando a esclarecer el caso. En el transcurso del juicio, reconoció su autoría, aunque minimizó sus acciones y alegó arrepentimiento, matizando que había actuado con la intención de acabar con la vida de Natalia. Estos testimonios fueron tomados en cuenta por los jurados, así como las pruebas presentadas por médicos forenses y detectives que investigaron el caso.
Los jurados y la Audiencia concluyeron que el crimen se perpetró con alevosía, dado que el acusado atacó a Natalia por la espalda, cuando ella estaba en una posición vulnerable, sin oportunidad de defensa.
El jurado se opuso enérgicamente a la posibilidad de indulto, y esta postura fue respaldada por la magistrada-presidente del tribunal popular. La naturaleza de los crímenes y la duración de la pena impuesta excluyen cualquier tipo de consideración hacia la suspensión de la misma.
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